A primera vista Everest del director islandés Baltasar Kormákur, presenta una narrativa clásica muy conocida y trabajada en el cine de Hollywood, sin embargo, es bajo esta misma estructura narrativa que subyace una reflexión más profunda y de mayor interés. La película trae a la memoria los hechos ocurridos en el monte Everest el 10 de mayo de 1996, en donde ocho montañistas perdieron la vida debido a una imprevisible y fuerte tormenta. Entre ellos se encontraba Rob Hall, alpinista profesional y líder de una agencia de expediciones, quien era el encargado de guiar a un grupo de montañistas a alcanzar la punta del Everest.
La historia de la película se centra en las figuras de Rob Hall (Jason Clarke) y Scott Fischer (Jake Gyllenhaal) como guías de dos grupos de expedicionismo que tenían como meta común llegar a la cima del monte Everest. Dentro del grupo de Hall se encontraban algunos alpinistas aficionados como Beck Wethers (Josh Brolin), Doug Hansen (John Hawkes), Jon Krakauer (Michael Kelly) y Yasuko Namba (Naoko Mori). El reflejo del miedo se puede ver en los ojos de los personajes, la imagen de la montaña impone un sentimiento de admiración y belleza, y al mismo tiempo aterroriza la existencia de los montañistas. El Everest se vuelve el escenario de un drama que dura más de dos días, y que la cinta de Kormákur logra mostrar con gran audacia, mediante unas imágenes bien nítidas, como es que estos alpinistas se juegan la vida intentando escalar un lugar casi inaccesible para el hombre, aún a sabiendas de que una muerte latente es el mayor riesgo que esto implica. A propósito de esto, Kant describe como objeto del sentimiento de lo sublime “la vista de una montaña cuya nevadas cimas se alzan sobre las nubes, la descripción de una tempestad furiosa, o la pintura del infierno por Miltón”. Es esto lo sublime terrorífico acompañado del sentimiento de belleza. La montaña infunde miedo porque se presenta como algo de mayor magnitud para el hombre, pero a la vez lo hechiza y atrae hacia ella. Son dos sentimientos que estremecen el alma: la vida y la muerte.
¿Por qué entonces se vuelve una necesidad vital escalar hasta uno de los puntos más altos de la Tierra? De este modo es que Kormákur hace que sus personajes se interroguen por este deseo ambivalente que deja entrever las vicisitudes de la vida y la muerte. Imagen de ello es la de Yasuko Namba simbolizando la afirmación de la vida a través de su llegada triunfal al punto más alto del Everest izando la bandera japonesa, y después aquella imagen quedará consumida por la nieve. Everest es una cinta que puede ser vistas de dos maneras: como una película que sólo tiene crédito por contar una historia más, o puede ser vista como una película que plantea una preocupación más humana. Así, Everest puede ser disfrutada por cualquier tipo de persona.
- La fotografía
- La dirección de Kormákur
- La actuación, corta pero buena, de Jake Gyllenhaal
- El desarrollo de algunos personajes
- La poca originalidad narrativa