Basada en una serie de los 80’s, llamada The Equilizer o El Justiciero, sobre un agente del gobiernos retirado que se encargaba de impartir justicia sobre aquellos que abusaban u oprimían a los indefensos, Roberto McCall era el personaje principal y de vez en cuando se apoyaba en otros compañeros para resolver situaciones. En el 2014 fue estrena The Equalizer, una película que adapta la serie al formato cinematográfico con Antoine Fuqua como director y este a su vez eligió a su actor de cabecera, Denzel Washington para protagonizar la cinta. La primera parte cumplió relativamente en taquilla como con la crítica, convirtiendo a Denzel en una especie de nuevo John Wick o Bryan Mills de la trilogía de Taken. Ahora en el 2024 se estrena la continuación de esta producción, la cual regresa con dirección y protagonista, además de sumarse al elenco Pedro Pascal, interpretando al viejo compañero de operaciones de McCall.
En El Justiciero 2, vemos a un Roberto McCall, dedicándose a seguir ayudando a los indefensos que tienen problemas que los sobrepasan, mientras se gana la vida siendo chofer, aparentemente en tranquilidad, hasta que cierto día termina enterándose de que su única amiga ha sido asesinada por estar investigando un complot, situación que terminará provocando su furia y busque venganza sobre los culpables. Para dicha proeza deberá salir a la luz nuevamente y pedirle apoyo a un viejo amigo.
La trama es muy sencilla y eso facilita mucho la ejecución de la cinta por parte del experimentado director de thrillers de acción, lamentablemente en esta ocasión existen varias historias alternas que van consumiendo tiempo en pantalla y que le restan espacio también al hilo principal. En la primera parte todas funcionan muy bien, dando la sensación de ser parte de un mismo universo, en esta secuela las líneas alternas son muy dispersas y terminan dejando de cierta forma una sensación de que quedan incompletas. Hablando de la línea principal la historia nunca te muestra a un personaje principal en verdaderos aprietos, toda la conspiración a la que se enfrenta se siente muy ligera, como si no tuviera importancia. El Villano, el cual es desenmascarado en un giro de tuerca que ya hubiera querido tener Mission Impossible con el personaje de Henry Cavill, nunca representa una verdadera fuerza opositora al objetivo del protagonista, incluso creo que hasta termina facilitando las cosas.
La actuación de Washington para mi gusto termina difiriendo de la que hizo en la primera cinta, se siente diferente, como si fuera otro, deja muy de lado los sucesos que lo atormentan y aunque se mencionan, ya no se sienten como una lápida que cargar y eso le roba autenticidad al personaje. Y es que esa cierta soledad que lo rodeaba y el querer mantenerse al margen de relacionarse con otros personajes le inyectaba cierto misterio a McCall y ahora lo vemos interactuando con muchos personajes. Uno de ellos, incluso se vuelve central en la trama sin necesidad, resulta un personaje que se siente de relleno.
Las secuencias de acción también están bien logradas pero no alcanzan a su predecesora, en la que el personaje principal resultaba más exigido, no se si esto se deba a la edad de Denzel Washington, pero lo dudo.
En general, Antoine Fuqua y Denzel Washington, nos entregan un producto muy reservado, sin ser arriesgado tanto en la trama como en su desarrollo, esto termina pasándole factura, continúa siendo un producto que entretenido, pero ya no uno que sobresalga del montón de propuestas de acción que hoy en día aparecen. Se rumora que podría haber una tercera parte, de ser así, les queda mucho trabajo por hacer para levantarla.
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