En los últimos años, el cine mexicano se ha visto lleno (en su mayoría) de muchas películas mediocres y de mediana calidad, comedias simplonas, raquíticas de contenido, dramas insufribles, y mucho contenido relacionado al narcotráfico. Parece que no podemos contar algo distinto. Afortunadamente, Guten Tag Ramón viene a probar lo contrario.
El principal protagonista de esta película es Ramón, un joven que ha tratado de llegar a los Estados Unidos en ya más de una ocasión, pero que por azares del destino, sus esfuerzos se han visto truncados. Posteriormente, por recomendación de un conocido, decide emigrar a Europa; Alemania para ser exactos, y probar suerte.
Si bien la historia no suena a nada nuevo, es sin lugar a dudas una cinta que resalta gracias a su enorme simplicidad, donde nos narran una historia acerca de la amistad, la humildad y los grandes sentimientos que puede regalar el ser humano a sus semejantes. Una historia en donde incluso la barrera del lenguaje, se rompe cuando se va más allá del idioma; cuando detrás de esos lenguajes distintos, podemos ver que todos somos iguales, sin importar nuestra nación, hombres y mujeres, migrantes y no migrantes. Nuestra humildad y humanidad nos convierten en algo universal, seres que pueden compartir alegrías y tristezas, sueños y tragedias, confianza y calidez, no solo a personas que conocemos, sino a aquellos que no, sobretodo a quienes gritan auxilio con su silencio.
Una cinta que toca muchas fibras, y que logra hacernos reír e incluso llorar en un descuido, una película honesta con su público, pero sobretodo consigo misma, que no busca ir más allá de lo que puede ir, que evita ir a los clichés hollywoodenses y a la salida fácil que uno está acostumbrado. Eso es algo que se agradece y mucho.
- La fotografía
- La actuación de Ingeborg Schöner
- El guión
- La música melosa en ciertas partes
- Algunos personajes se sienten inconclusos