Lo que nunca nos dijimos de Sebastián Sánchez Amunategui nos relata la historia de Mariana (Flavia Atencio) una chica que visita Argentina después de haber estado ausente de su familia y no tener ningún tipo de contacto con ellos. Lo que parece un viaje de reencuentro con su añorada Mendoza, en donde pretende ver a su padre moribundo, se presenta como una nueva oportunidad para retomar su pasado, del cual nunca se habló y es sumamente turbulento, confuso, y se va revelando poco a poco.
No es hasta que la madre de Mariana (Ana Maria Picchio) encargada de mantener una imagen ineludible ante la sociedad —la cual es regida por sus amistades, una perfección en ruinas— decide organizar una reunión entre la ex-pareja de Mariana, lo cual poco a poco va sacando a flote enormes secretos del pasado de esta familia. Secretos que son más fuertes y oscuros de lo que uno se podría imaginar. Su estancia se convierte en un fastidio gradual cargado de incomodidad ya que se imposibilita la comunicación sincera entre ella y su madre, hasta que la gran titiritera (la madre de Mariana) provoca un enorme conflicto sin crear conciencia de las consecuencias, pero cargada de una necesidad explosiva de desahogarse, siendo este el fin de la bella jaula en la que vivía. El estado del ex-marido de Mariana, la confrontación con sus amigas y la aceptación de un oscuro secreto entre ella y su padre, logran que esta mujer cierre un círculo en su vida, lo cual la lleva a estar dispuesta a comenzar una nueva vida que tiene como punto de partida la llegada de su novia, esto bajo la fría aceptación de su soberbia y resignada madre.
Sin duda la actuación más cautivadora del filme es la de Catalina Saavedra, la enfermera del padre; quizás éste sea el personaje con el que más se puede identificar el espectador. Es de agradecer que la obra de este director chileno logre que su discurso se mantenga fuera fuera de terrenos morales, aunque muchas veces las escenas caen en lo telenovelesco y tratan de salvarse con algún tinte cómico que es rematado con alguna vergonzosa situación musicalizada innecesariamente. La historia no juzga a ningún personaje y los humaniza mediante las decisiones que se deshilvanan en el corto tiempo de estancia de esta mujer con su familia, centrándolas en retos que culminan en “lo que si se dijeron”.