En la etapa del adolescer, las hormonas comienzan a tomarse un baile con la luna y el magnetismo de los minerales. Vamos, seamos honestos ¿quién no tuvo la idea de ser un “rockstar” de joven o al menos intentar serlo? Si esto se le hubiera cumplido a cuatro jóvenes, y además hubieran conseguido ser un éxito pasajero, mandemos a estas mismas personas 30 años después, donde cada grito, cada cigarro y cada cerveza que consumieron, se han convertido en arrugas; canas; achaques, un bizarra mezcla de “El Buki y Alex Lora”.
Eduardo Reynosa (Damián Alcázar) vocalista de “Eddie Reynolds y los Angeles de acero” trabaja como cantante de música versátil en eventos de costumbres, como bodas, XV años, etc. Es entonces que se le ofrece una oportunidad única para firmar la cesión de derechos de una de sus canciones a nada más y nada menos que Bono (así es, el vocalista de U2) razón por la cual recurre a sus amigos para volver a formar la banda, lo cual no será una tarea nada fácil.
Comedia y sentimientos rezagados guían la historia de esta banda, en su reencuentro liderado por la hija del baterista. Gustavo Moheno, director de películas como “Hasta el viento tiene miedo”, “Por un puñado de rosas”, llega a la selección oficial de largometraje mexicano con una comedia bien lograda, manteniendo un equilibrio de buenas actuaciones, con sus ligeras excepciones como la de Paulina Gaitán, que deja mucho que desear.
Lo que más resalta de esta cinta, es que Gustavo Moheno nos habla sobre la importancia de hacer comedia en estos tiempos tan violentos en los que vivimos; Jorge Zárate (“El infierno”) recalcó sobre el divertido cambio que tuvo al tomar el papel de un rockero, así como todos en el elenco.
- El corte de cabello de Damián Alcázar
- La música
- El diseño de vestuario
- Paulina Gaitán
- Falta de desarrollo y conocimiento en el personaje de Eddie
- Huecos narrativos