La imposibilidad de establecer una relación, a pesar de tener atractivo y posición económica, es el argumento de fondo del filme Yo soy la felicidad de este mundo, película de Julián Hernández que fue presentada en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
La propuesta se caracteriza, por una parte, en el tratamiento sin tapujos y con naturalidad de temas como las diferentes formas en que se erotizan hombres y mujeres, ya sea entre el mismo o diferente género, muy a pesar de que el tema de la libertad sexual aún se considera tabú en diferentes esferas y ámbitos; mientras que por otra parte, hace un homenaje a la danza y a la poesía.
En apariencia, la historia es sencilla: Emiliano es un director de cine que en pleno proceso creativo de un documental en torno a la danza conoce a un bailarín, con quien existe la posibilidad de una relación. Sin embargo, a medida que avanza la imposibilidad de entregarse por parte de Emiliano el nexo se destruye y va en busca de acompañantes ocasionales, proceso acompañado por la decadencia anímica.
El filme narra lo anterior en dos partes, pues hay una escena intercalada donde una mujer y dos hombres mantienen relaciones sexuales entre sí en varias ocasiones, acompañados con voces en off que recitan poesía del extinto escritor Sergio Loo, de quien se publicará un libro póstumo. De acuerdo a Hernández, está última parte “es una reflexión en torno a la posibilidad de relacionarse con quien se quiera”.
La película es de tono contemplativo y recurre en varias ocasiones al plano secuencia; sin que esto último sea negativo, puede resultar pesado para un espectador poco acostumbrado, además de que definitivamente se requiere de una mente abierta y una buena taza de café.
- La fotografía
- El sonido
- Argumento