Blade Runner (Ridley Scott, 1982) es considerada por muchos expertos como una de las películas más influyentes dentro del séptimo arte, además de un referente dentro del género de ciencia ficción y el cyberpunk. Es una obra que se atrevió a ser diferente y arriesgada para la época en la que se estrenó, al mostrarnos a una sociedad decadente envuelta por una ciudad oscura, habitada por individuos solitarios y deprimentes. Fue por eso que su recepción fue mixta tanto en taquilla como con la crítica; afortunadamente, con el paso de los años ha logrado obtener el reconocimiento y el lugar que se merece. Blade Runner es una cinta que cuenta con una historia compleja y densa, de un ritmo pausado; las escenas de “acción” son muy pocas en realidad, dando lugar a lo que son muchas situaciones de diálogo entre personajes o silencios extensos. Sus maravillosos elementos visuales, la gran banda sonora de Vangelis, su universo distópico, o el planteamiento de la pregunta ¿qué es lo que nos convierte en humanos? son los elementos que la convierten en lo que es, una gran película; que a pesar de sus imperfecciones, logra comunicar un mensaje muy poderoso. Un mensaje que se queda grabado en nuestras mentes tras ese diálogo final de Roy Batty (Rutger Hauer) hacia Deckard (Harrison Ford), donde se pone en duda nuestra percepción de lo que significa estar vivo y el valor que le damos a la vida misma.

Es por esto que en cuanto supe de la creación de una secuela para una cinta tan importante para el cine —y una favorita personal—, lo único que pude sentir fue miedo, miedo a que el legado de Blade Runner se viera destruido por los vicios de Hollywood sobre crear secuelas a historias que realmente no lo necesitan. Esos miedos se vieron reducidos un poco cuando se dio a conocer que Harrison Ford regresaría para interpretar a su personaje de la cinta original, además de contar con uno de los guionistas originales de vuelta (Hampton Fancher) y la contratación de Denis Villeneuve (Incendies, Prisoners, Enemy, Sicario, Arrival) como el hombre a cargo de esta producción en su rol de director. Lo único que uno podía esperar es que el resultado final fuera al menos medianamente bueno y no dañara a su antecesora. Afortunadamente no solo logra respetar al filme original, sino que le trata con respeto al rendirle homenaje, al expander y profundizar el universo en el que se ubica, evitando así ser una copia, creando una historia que si bien está vinculada a la “primera parte”, funciona por sí sola como elemento narrativo individual. Una meta a la que cualquier continuación debería aspirar, pero que no todas logran cumplir.

“La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos.” Héctor Abad Faciolince

Aquí, se nos introduce al Oficial K (Ryan Gosling) miembro de las fueras policíacas de la ciudad de Los Ángeles y que funge como un Blade Runner (fuerzas especiales que cazan y “retiran” a androides rebeldes concidos como replicantes) donde de forma irónica, él también es uno de ellos, diseñado para obedecer órdenes de sus superiores humanos. Este ser a su vez, trata de encontrar su lugar en un mundo que le odia por ser diferente, por ser sintético, aunque no por eso menos humano, menos capaz pensar, de sentir. Al oficial K se le ve impuesto un caso con el que sufre un conflicto interno, uno que le hace cuestionar todo lo que sabe sobre sí mismo y aquello que recuerda o cree recordar. ¿Ser o no ser? Todos estos cuestionamientos filosóficos y existencialistas son lo que mueven al personaje central de la trama, y a su vez nos va envolviendo en este acertijo visual que poco a poco nos va ofreciendo pistas para resolverlo por cuenta propia.

“La identidad no puede ser encontrada o fabricada, sino que emerge desde nuestro interior una vez que tenemos el valor de dejar ir.” Doug Cooper

Aquí es donde esta secuela toma distancia de la cinta que le precede, pues aunque el filme original empleaba elementos del cine noir, esto aquí se explora mucho más, creando así una trama más sólida y concisa. Donde las motivaciones de los personajes quedan mucho más marcadas y no tan ambiguas, esto gracias a la excelsa dirección de Denis Villeneuve, pero también a cada uno de los actores que forman parte de esta producción. Aquí la trama no es confusa o tan abierta a interpretaciones. Es cierto que existen un par de similitudes con la primera parte, pero no se cae en la trampa de replicar todo al 100% tal y como lo hiciera Star Wars Episode VII: The Force Awakens (J.J. Abrams, 2015) al simplemente hacer copy paste del episodio IV; ni siquiera al utilizar a Harrison Ford como elemento narrativo. Aquí su personaje se ve consumido por su pasado, habiendose convertido en un hombre que perdió su identidad e irónicamente, quien le busca, trata de encontrar la suya. Otro punto a favor es la manera en que cada personaje se relaciona con el protagonista principal, independientemente del género al que pertenezcan, pues las mujeres representan el lado emocional de la historia, mientras que los hombres el del conflicto y obstáculos narrativos. Cada uno de estos encuentros ofrece un análisis muy interesante al contexto que les rodea, enriqueciendo su trasfondo histórico.

Blade Runner 2049 es a fin de cuentas un gran ejercicio fílmico que nos hace reflexionar una vez más sobre nuestra naturaleza humana y nuestra identidad como seres vivos, como seres pensantes. Que plantea y propone no solo a nivel narrativo, sino también de forma visual (ojo a uno de los encuadres iniciales del oficial K sumido en la oscuridad, reflejando así su aparentemente falta de identidad). Que logra estar a la par de su predecesora, pero a su vez, ser tan original como la misma; imprescindibles la una para la otra. Denis Villeneuve confirma nuevamente que es uno de los mejores directores en activo del mundo, pero a diferencia de muchos otros, posee una sensibilidad como artista que le hace diferente de otros grandes directores, y esto es precisamente lo que le hace especial, lo que hace que Blade Runner 2049 tenga un alma después de todo.

Crítica de 'Blade Runner 2049'
Positivo
  • La fotografía de Roger Deakins
  • La historia
  • La forma en que presenta y maneja sus ideas centrales
Negativo
  • Es demasiado larga
  • Una secuencia en específico sufre de malos efectos visuales
  • El enfrentamiento final tiene una resolución muy hollywoodense
9Nota Final
Puntuación de los lectores: (3 Votes)
8.6