Malala Yousafzai es una joven pakistaní que con tal solo 17 años de edad, en el 2014 se convirtió en la ganadora más joven en la historia del Premio Nobel, por su activismo a favor de la educación, en especial de las mujeres.
Muchos conocemos su historia o no la conocíamos completamente. El documental Él me nombró Malala narra desde sus inicios en que alzó la voz en contra del régimen Talibán, que invadió el Valle de Swat, donde vivía, por la prohibición a la educación a las niñas, la destrucción de escuelas, hasta el fatal accidente que tuvo el que hizo que la comunidad global conociera su historia y obtuviera la atención que ha tenido.
A través de imágenes de noticieros, de entrevistas sobre su vida común, sobre sus padres y hermanos, y en especial con animaciones sobre acontecimientos que no existe ninguna grabación y sobre el origen de su nombre que pareciera ser profético, el Director David Guggenheim nos muestra su vida, lo qué es y lo qué ha logrado de manera en que el público se conecte y simpatice con ello.
Con sus anteriores trabajos, Guggenheim, ha querido mostrar temas de importancia mundial y de EUA. Con La verdad incómoda mostró el preocupante cambio climático, lo que le valió un Oscar a mejor documental. Con Esperando a Superman, mostró las fallas del sistema educativo en EUA. Y ahora con Él me nombró Malala, muestra el tema de la educación infantil sobre todo femenina a través de una de sus principales promotoras, para que el público también se una a la causa. Pero el problema de la película no son sus intenciones, es la simplicidad en la que muestra el tema y donde no exprime el potencial que podría tener, quizá por la sencillez que demuestra logrará conectar con la audencia, hará comprender más la realidad islámica y veremos cómo con la ayuda de su familia, en especial su padre, Malala es una voz que logra que aquellos que no la tienen sean escuchados.
- Escenas animadas
- Muestra un lado distinto de Malala
- No exprime su potencial