Después del enorme éxito cosechado por el director mexicano Alejandro González Iñárritu con su quinto largometraje, Birdman —el cual le dio tres premios Oscars— y que fue protagonizada por Michael Keaton, en donde este hombre interpretaba a un famoso actor que deseaba alcanzar la fama y reconocimiento que jamás obtuvo en su carrera para sentirse completamente realizado, embarcándose en una difícil tarea de adaptar, actuar y dirigir una famosa novela al teatro.
Gracias a la maravilla que fue ese filme, muchos estábamos a la expectativa sobre cual sería el próximo proyecto de este director mexicano que logró conquistar Hollywood. Para nuestra sorpresa, eligió The Revenant, una historia acerca de venganza y supervivencia con Leonardo DiCaprio como protagonista, lo cual elevaba la expectativa todavía más, ya que estamos hablando de uno de los mejores —si no es que el mejor— que existen hoy en día, y el solo pensar en las posibilidades que podría ofrecer el dúo Iñárritu/DiCaprio eran algo sumamente emocionante.
Es así que nos introducimos a esta parte del norte de los Estados Unidos en 1823, donde una compañía de cazadores ex-militares está recolectando pieles. Desafortunadamente sufren una emboscada de una tribu de indios conocidos como Arikara, viéndose en la necesidad de huir, sufriendo bajas considerables en el proceso, razón por la cual algunos sobrevivientes comienzan a culpar a su guía Hugh Glass (DiCaprio) y a su hijo Hawk por el ataque. Conforme el tiempo avanza la enemistad entre ciertos personajes incrementa considerablemente, pero no es hasta que Glass sufre el ataque de un enorme oso —una de las escenas más impactantes del filme—, cuando esta necesidad de dejarlo atrás se hace presente. Sin adentrarme en detalles, Fitzgerald (Hardy) comete un acto atroz, para posteriormente darlo por muerto, lo cual le hace ganarse el odio eterno por parte de Glass; este deseo de venganza es el motor del personaje principal.
Pero conforme avanza la trama la historia va ampliando sus horizontes, dejando un poco de lado el conflicto principal y adentrándose en temas mucho más existenciales, en donde a nosotros como espectadores se nos invita a pensar si el alcanzar y consumar su venganza alcanzará aquello que está buscando el personaje principal, pues la fuerza de sobrevivencia que posee éste hombre va mucho más allá de eso, pues se encuentra en un limbo entre el mundo real y la espiritualidad, enfrentando a los fantasmas de su pasado. Esto a pesar de ser un buen acierto, es a su vez uno de los principales problemas de esta historia, pues por momentos se siente que cambia de rumbo totalmente, convirtiéndose en otra cosa completamente.
Por su parte, DiCaprio ofrece lo que tal vez el papel que le ha demandado más físicamente, prácticamente carente de diálogo —pero no por eso menos poderoso— aunque no es el mejor dentro de su carrera. Pero creo que aquí las verdaderas estrellas del filme son Emmanuel Lubezki y Tom Hardy; la belleza con la que se ve retratada esta historia es simplemente sublime, es incuestionable la capacidad de Lubezki para sorprendernos cada vez más a través de sus técnicas de filmación, donde cabe destacar que se uso 90% de luz natural, lo cual hizo el rodaje mucho más largo y doloroso. Tom Hardy por otro lado, nos demuestra nuevamente que es otro de los mejores actores que existen en el planeta, pues su personaje es alguien lleno de capas, miedos y emociones que han sido forjados a través de los años. Tal vez su personaje haya sido un hombre decente alguna vez en su vida, pero solo basta ver una mirada o escuchar su voz para crear un escalofrío en nuestros cuerpos.
El punto auge del filme es el confrontamiento entre el “héroe” y el “villano”, una completa poesía visual llena de belleza, violencia y visceralidad que solo una especie como el ser humano es capaz de crear; de forma ininterrumpida vemos a estos hombres embestirse cual bestias salvajes, dejando que su animalidad los domine por completo, borrando todo rastro de humanidad en el proceso hasta que a nosotros como audiencia, se nos reta a analizar si lo que este “hombre” busca es solamente completar su venganza, o trascender su vida a un aspecto mucho más espiritual y en paz consigo mismo, logrando domar a su animal interior y resurgir como un ser totalmente nuevo.
- La Fotografía
- La música de Ryuchi Sakamoto y Alva Noto
- Las actuaciones
- A veces se siente que el filme trata de abarcar muchos temas