El director Nicolas Winding Refn está de regreso con The Neon Demon, su película más reciente, donde curiosamente cuenta por primera vez con una mujer protagonista dentro de su filmografía. Este director siempre se ha caracterizado por intentar presentar nuevas formas de expresión dentro del séptimo arte; es por esto mismo que cada uno de sus filmes es muy diferente de uno a otro, ya que siempre busca el mismo fin: provocar. Debido a ese tipo de planteamiento es que este cineasta es a su vez, uno de los que más divide opiniones en cuanto a su cine ya que habrá muchos que logren apreciar su propuesta fílmica y otros que solo menoscabarán sus obras debido a una de dos cosas, o no lo entienden o simplemente no les es de su agrado, lo cual es perfectamente válido ya que en gustos se rompen géneros.
Resulta interesante que después de una obra tan vacía —tanto en contenido y propuesta— como Only God Forgives, este director haya decidido elegir un concepto tan idealizado y sujeto a la subjetividad como lo es la belleza, específicamente la del género femenino. El cual aún hoy en día, cuando se supone que existe un sistema de igualdad en la sociedad moderna, sigue siendo una víctima de estereotipos machistas que tienen como finalidad satisfacer los deseos eróticos del hombre, esto mediante la objetificación sexual de la mujer a través de los numerosos medios de comunicación y publicidad a los que tenemos acceso. Esta es la razón por la que incluso las mujeres buscan entrar dentro de esos denominados “parámetros de belleza”, para así lograr sentirse “aceptadas” por la sociedad sin darse cuenta de que en muchos casos, esta idealización del concepto de belleza y perfección, simplemente son estrategias de marketing.
En The Neon Demon este director aborda estos temas de forma metafórica a través de la hiperrealidad, en donde el fetichismo, la vanidad, la hipocresía, la pureza del ser, la belleza, el deseo sexual y la virginidad, son explorados a través de una muy cuidadosa puesta en escena. Cada fotograma está perfectamente retratado a través de una elaborada composición visual y sonora donde este cineasta busca que la audiencia se vea seducida por esta visión neón donde las mujeres son las protagonistas de esta historia. Mujeres que son tratadas como objeto de deseo donde al hombre se le representa como un completo degenerado, que necesita someter al género femenino para satisfacer sus fantasías. Y en un mundo así de pervertido es que entra un destello de pureza retratado en Jesse (Elle Fanning) una joven que recién llegó a Los Ángeles, que siendo conocedora de su atractivo físico, pretende abrirse paso dentro del mundo del modelaje. Lo cual para su sorpresa se le ve facilitado en múltiples ocasiones gracias a su “belleza innata”, una belleza que transmite pureza e inocencia a diferencia de aquellas mujeres totalmente plastificadas interna y externamente; prisioneras de la opinión masculina, que incluso adecuándose a los estándares de belleza establecidos, tienen una fecha de expiración dentro del medio. De esta forma, Jesse no solo agitará las perversiones de los hombres con los que cruza camino, sino que también despertará de su letargo los celos y envidia de las féminas que secretamente desean una pizca de la inocencia y belleza virginal que esta joven representa. Poco a poco esta visión y deseo que existe hacia Jesse, un diamante en un mar de vidrio, le irá corrompiendo, llegando así el caos, el horror y frenesí que se nos ha prometido desde la secuencia principal de la cinta.
La idealización de la mujer se ve demonificada hacia su recta final, donde Nicolas Winding Refn hace uso de su talento para ser explícito y visceral, perdiendo así la sutileza inicial de una historia que conforme avanzan los minutos se va deteriorando a la par de su protagonista hasta que se ve consumida por un baño de sangre tan inevitable como la vida misma. Donde de forma deliberada, este director nos pretende manipular a través de contrastes visuales y temáticos, atacando nuestra capacidad sensorial, juzgando nuestra propia hipocresía y perversidad como ser humano. Tal vez muchos se puedan sentir incómodos o incluso confundidos con este filme que hace una especie de sátira del Avant-garde a través de un collage de imágenes que abordan lo grotesco de la industria de la moda, pero no hay duda de que no dejará indiferente a nadie.
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