Después de un año de su estreno original, y de haber sido nominada en 14 categorías en la última entrega de los Arieles, llega a salas de cine la ópera prima de Celso García “La delgada línea amarilla“; esta cinta que ganó cinco premios en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara y cuenta reconocimientos internacionales nos narra la historia de cinco hombres que son contratados para pintar la línea divisoria de una carretera que mide más de 200 kilómetros de largo, la cual conecta dos pueblos de México y que deberán completar dicha labor en un plazo de 15 días. Durante este viaje, a bordo de una vieja camioneta estos hombres se unen al parecer con el único propósito de ganar un poco de dinero sin saber que el tiempo que pasarán juntos cambiará radicalmente sus actitudes y manera de entender la vida. Esta cinta rinde homenaje a los trabajadores que muchas veces laboran con salarios bajos, peligros constantes y por largas jornadas que más de una vez observamos en el camino e ignoramos la importancia de su presencia en el sitio se destaca gracias a la participación de algunos de los mejores actores mexicanos del cine actual.
Esta “road movie” nos presenta la historia de Don Toño (Damián Alcázar), un hombre que se encuentra sumido en la depresión después de ser despedido de su empleo como velador en un deshuesadero y busca otra oportunidad en cuanto a ofertas laborales: el área de construcción. A su equipo se le asignan otros personajes que ayudan con el desarrollo de la historia gracias a la química y la manera en que se desarrolla las experiencias de cada uno de ellos; Gabriel (Joaquín Cosío), un ex-trailero con problemas visuales; Mario (Gustavo Sánchez Parra) quien aparenta ser el más serio del grupo, Atayde (Silverio Palacios), ex-trabajador de circo y hombre de familia; y un chico que anhela con llegar a Estados Unidos, Pablo (Américo Hollander) quién destaca por ser el más joven del grupo e interviene y desafía la autoridad de sus superiores, esto siempre con buenas intenciones en la mayoría de los conflictos que se presentan gracias a su actitud relajada. En conjunto logran mantener un buen ritmo narrativo, gracias a los chistes ocasionales y sus interpretaciones que evitan el aburrimiento, desgraciadamente se desaprovecha el potencial de Gustavo Sánchez; y a su vez se le brinda más responsabilidad a Hollander quién en momentos se nota forzado a realizar ciertas escenas con tal de brindar la sensibilidad que requiere el final de la historia.
La cinta presenta con una muy cuidada fotografía a cargo de Emiliano Villanueva, la cual hace uso de planos panorámicos que destacan la belleza y soledad de las locaciones rurales o urbanas que se utilizaron a lo largo del estado de San Luis Potosí; lugar en el que se filmó la película con el apoyo del gobierno local. En cuanto al aspecto sonoro, Dan Zlotnik decidió acompañar la música de la historia utilizando pistas de bandas como Café Tacvba o Molotov, otorgándole así una atmósfera mucho más mexicana.
La delgada línea amarilla es una película que te hará reflexionar sobre las pequeñas divisiones que se imponen las personas en la percepción de la vida, entre el bien y el mal; entre la risa y el llanto. Desgraciadamente presenta varias fallas, además de que destaca mucho la necesidad por explicar varias metáforas, lo cual termina por arruinar una experiencia que en términos generales era bastante buena. Además termina con un desenlace innecesario con la finalidad de crear un sentimiento de conmoción en el espectador. Celso García demuestra ser un director capaz de contar buenas historias en los momentos que menos se esfuerza por hacerlo, muestra de ello son sus cortometrajes “Pata de gallo” y “La leche y el agua”, pero lamentablemente este filme se quedó a la mitad de la carretera, aún pintando esa línea. Solo esperemos que en su próximo proyecto nos otorgue algo mucho más interesante después de pulir su talento y errores.
- La química entre los personajes
- Nuevo tema dentro del cine mexicano
- El final forzado
- Fallas en el guión