Ex Machina es la Ópera Prima del excelente guionista Alex Garland, quien ha elaborado algunos de los mejores guiones dentro de la ciencia ficción en los últimos años, como por ejemplo 28 Days Later, Sunshine y Never Let Me Go; que en esta ocasión escribe y dirige una excelente película que mezcla el Sci-fi con el Thriller, entregando un resultado sumamente satisfactorio.
En Ex Machina, nos adentramos a un futuro no muy lejano a través de los ojos de Caleb Smith (Domhnall Gleeson) un joven programador que acaba de ganar un concurso dentro de la compañía en donde trabaja, obteniendo como premio el derecho de participar en un proyecto muy avanzado de inteligencia artificial creado por el excéntrico billonario Nathan Bateman (Oscar Isaac), en donde tendrá que evaluar las cualidades humanas de Ava (Alicia Vikander), una robot con aspecto y personalidad humana.
Y aquí es donde comienza lo realmente interesante de esta historia, pues como mencioné anteriormente, se nos introduce a un mundo realmente tangible, en donde los más oscuros deseos y ambiciones del ser humano, aunados a su gran arrogancia, hacen acto de presencia. Pues como dice uno de los personajes de la cinta:
“Si haz creado una máquina consciente, no estamos hablando de la historia del hombre…es la historia de los Dioses.”
En efecto, si pudiésemos crear a un ser totalmente consciente de sí mismo, lleno de dudas y emociones, cual ser vivo ¿Acaso eso no nos convertiría en dioses? ¿Acaso no pensaríamos que esta “creación” existe para nuestra diversión y placer por el simple hecho de haberlo creado? Hombres como Nathan creen que sí, y es precisamente por eso que ha decidido darle “sexualidad” a su invención, pues cuando Caleb le cuestiona el porqué una inteligencia artificial necesita tener una denominación sexual, el hombre que se cree un Dios responde que dos cajas con IA no tendrían nada de que hablar, y por ende no habría necesidad de desarrollar una consciencia; pero si se introduce el factor de la sexualidad, no sólo en el sentido del instinto de reproducción sino en el hambre de sentirse incluido con otros seres de tu misma especie, tanto física como emocionalmente, forma una parte fundamental de lo que es la consciencia en sí; y citando nuevamente a Nathan:
“El reto es no actuar de forma automática. Encontrar una acción que NO sea automática, ya sea pintar, hablar, respirar, coger o incluso enamorarse.”
Es aquí donde entra en juego el concepto más interesante de esta historia, pues Ava, siendo una IA sumamente avanzada, está aprendiendo a ser humana y lo que esto significa, aunque seamos honestos ¿Nosotros sabemos lo que significa ser humano? Si ni siquiera nosotros podemos estar seguros de la respuesta a esa pregunta existencial ¿cómo es posible que un ser manufacturado y diseñado por nosotros sepa la respuesta? Podrá interpretar lo que ve, lo que experimenta, o incluso lo que siente, en base a la exclusiva interacción que tiene con su creador, dándose cuenta de que no es libre de hacer o ser lo que ella quisiera, porque al fin y al cabo es su “deber” satisfacer los deseos y objetivos de su dueño; por esta misma razón llega a cuestionar a quienes la diseñaron y evalúan su desempeño, criticando el porqué su existencia depende siquiera de alguien e incluso afirmando que odia a su “padre”.
No podemos evitar sentir compasión por este ser, siendo que su situación es sumamente desesperanzadora, pues si falla en el resultado de la prueba, simplemente será desechada para ser reemplazada por el “siguiente modelo”. ¿Y porqué crear algo a lo que podremos desechar a diestra y siniestra? Nathan responde:
“¿Tú no lo harías si pudieras? Yo no veo a Ava como una decisión, sino como una evolución.”
Esta respuesta nos dice mucho sobre la ideología que se maneja en Ex Machina, el manejo del complejo de Dios que tenemos los hombres; lo vil que que somos al sentirnos superiores a otras criaturas en este planeta, creyendo que tenemos derecho a tener el control sobre sus vidas. Es por esta razón que Ava hará todo lo posible por escapar del “hombre”, anhelando su completa libertad con la simple finalidad de existir, y hará todo lo posible por obtenerla.
Ex Machina termina siendo uno de los mejores filmes de ciencia ficción que he visto en años, y que entrega un resultado mucho más complejo y satisfactorio que muchas cintas del género que han contado con un presupuesto mucho mayor. Ese gran logro se atribuye a Alex Garland, pues ésta historia incluso logrará que te sientas incómodo con tu propia humanidad, y hará que te cuestiones si en verdad eres libre dentro de la realidad en la que habitamos. Y no olviden lo que uno de los protagonistas menciona:
“Uno de estos días, la Inteligencia Artificial va a mirarnos de la misma forma en que nosotros vemos a los esqueletos fósiles que encontramos en las llanuras de África. Simios erguidos viviendo en el polvo, con un lenguaje y herramientas burdas, listos para la extinción.”
- Excelentes actuaciones de los protagonistas
- Buena historia
- Excelentes efectos visuales
- Un poco predecible hacia el final