Por Arturo Pérez Reyes
Director: Sam Raimi
Actores: James Franco, Michelle Williams, Mila Kunis, Rachel Weisz, Zach Braff, Bill Cobbs
Siguiendo la actual tradición de adaptar clásicos literarios cuyas antiguas versiones cinematográficas fueron inolvidables, Disney y el productor Joe Roth, responsables de Alicia en el País de las Maravillas, regresan a la carga con una nueva versión del clásico literario de L. Frank Baum de “El Mago de Oz”, que parece una versión corregida y aumentada de su anterior hazaña, en ésta ocasión bajo la batuta del también director de culto Sam Raimi.
“Oz el Poderoso”, narra la hisoria de Oscar Diggs, un ilusionista mediocre de Kansas, poseedor de un gran carisma y un atractivo físico capaz de conquistar a varias mujeres, pero sus engaños y el destino lo llevarán a huir de Kansas y encontrarse con el épico torbellino que lo llevará nada más y nada menos a la tierra de Oz, donde será proclamado rey (y poseedor de una gran riqueza) de acuerdo a la profecía… siempre y cuando logre derrotar a la bruja malvada que ha creado un caos y terror en la tierra de los muchkins y espantapájaros. Para lograrlo Oscar contará con la ayuda de tres misteriosas brujas, cada una con distintas intenciones, con las que formará un lazo muy peculiar y deberá encontrar el ingenio y magia en su interior que va mucho más allá de lo que siempre creyó.
Libremente adaptada de la serie de libros de Baum relacionados con la tierra de Oz, los guionistas Mitchell Kapner (Un vecino peligroso) y David Lindsay Abaire (Rabbit Hole), se dan a la tarea de utilizar personajes y situaciones para crear una especie de precuela de la ya conocidísima cinta de 1939, algo similar a lo que hizo el escritor Gregory Maguire, cuya obra sobre los orígenes de las brujas de Oz se convirtió en un bestseller y dio lugar a uno de los musicales más exitosos en la historia de broadway llamado “Wicked”. El problema con esta adaptación cinematográfica es que a diferencia de la citada obra de Maguire, no se atreve a ir más allá de una aventura melosa y entretenida con los personajes y referencias que han sido amados por generaciones, y el guión termina siendo una mediocre versión de la historia con todos los clichés endulzantes que Disney puede tener.
Cabe resaltar que a pesar de las fallas del guión, el director Sam Raimi hace todo lo que está en sus manos para que la cinta salga a flote y no caiga en el fiasco de otras creaciones de su productor como la ya mencionada Alicia o la aún peor Blancanieves y el Cazador. Raimi, mejor conocido por cintas de terror de culto como Evil Dead y la trilogía de Spiderman, puede presumir que nunca en su carrera ha realizado una cinta aburrida, y afortunadamente Oz sigue en esa tradición, pues la cinta tiene un ritmo ágil y podemos ver en más de una ocasión las afortunadas referencias de su director, amante del terror y el cine de serie b.
James Franco, quien realizó una fenomenal interpretación en “127 Horas”, es tan gris en ésta cinta como lo había sido siempre, su personaje curiosamente es de los mejor desarrollados, y sin embargo parece quedarle bastante grande; se siente falso en todo momento, muy en especial en la escena del torbellino, podemos ver claramente las limitaciones de Franco al interpretar misterioso mago, quizás debieron recurrir a alguien como Edward Norton para crear de nueva cuenta a un ilusionista que pudiera impresionar a los espectadores. El caso de las brujas es completamente diferente, Michelle Williams quien interpreta a Glinda la bruja buena y Rachel Weisz que interpreta a Evanora, soberana de Emerald City, como ya es costumbre, están correctas en sus personajes, a pesar de que el guion no les da mayor material con el que puedan lucirse y su función en la historia es bastante plana y común, el talento de ambas actrices las lleva a salir bien libradas del asunto.
El caso de Mila Kunis es punto y aparte, mucho se ha criticado la interpretación de ésta bella actriz, quien da vida a Theodora y, eventualmente, a uno de los personajes más icónicos y entrañables del universo de Oz. El problema en sí no está en Kunis, si no en los escritores, que hicieron del personaje más interesante de todos, un simple bosquejo, desdibujado, absurdo y con las soluciones más inverosímiles hasta para la audiencia más joven.
Curiosamente son los personajes animados que interpretan Zach Braff (Finley, el mono con alas) y Joey King (la muñequita de porcelana), los más entrañables de toda la cinta, nada que sorprenda de Disney si consideramos que los “sidekicks” al estilo Timón y Pumba, Sebastián y Flounder y un gran etcétera, siempre han sido uno de los aspectos más queridos (y redituables) de sus cintas, pero en éste caso esperábamos mucho más de los personajes principales.
Visualmente la cinta es verdaderamente asombrosa en más de una ocasión, pues desde el inicio abre con una sensacional secuencia de créditos, enmarcada con uno de los mejores scores que el compositor Danny Elfman ha hecho en años. Las obligadas referencias a la cinta de 1939 no se hacen esperar, y, al igual que su antecesora, el formato de pantalla y el uso de blanco y negro a color cambia de Kansas a la tierra de Oz. Los efectos visuales si bien, no son tan espectaculares como para dejar sin aliento, cumplen con su cometido y son bastante lucidores en el muy adecuado uso de 3D.
El diseño de producción, de la mano de Robert Stromberg (Alicia, Avatar) si bien es bastante artificial en momentos clave como la llegada del mago a la tierra de Oz, resulta verdaderamente hermoso en muchos otros como la tierra de los Munchkins o la ciudad Esmeralda. La fotografía de Peter Deming (Arrástrame al infierno, Mulholland Drive) es de primer nivel y resalta una hermosísima paleta de colores que sin duda alguna deleitara las pupilas hasta del espectador más exigente. El vestuario, cortesía de Gary Jones (Spiderman, El talentoso Mr. Ripley) es simple y sencillamente magnífico, uno de los aspectos más sobresalientes del filme.
En general estamos frente a una cinta entretenida, que cuenta con varios aspectos visuales y narrativos que apreciarle y muchos más que recriminarle, pues se limita a ser un blockbuster mediocre que no aporta absolutamente nada al inmenso clásico que la precede ni a las obras literarias en que se basa. Si bien podrá ser un espectáculo disfrutable para un domingo familiar sin mayores pretensiones, los amantes empedernidos de Oz mejor deberán buscar la edición en blu-ray del clásico de 1939 dirigido por Victor Fleming, o esperar la versión cinematográfica de Wicked que podría estrenarse el año que viene.