En la sociedad en la que existimos somos bombardeados cada día por una inmensa carga de publicidad, ya sea en medios impresos, digitales o audiovisuales: revistas, anuncios, televisión, radio, música o incluso el cine en sí. Muchos de estos medios hacen hasta lo imposible por meternos en la cabeza (consciente o inconscientemente) la idea de que todas las personas tenemos una media naranja. Que verdaderamente existe la persona indicada, el amor de nuestras vidas, y que debemos hacer hasta lo imposible por encontrarlo para poder llenar ese vacío existencial que estos medios están creando en nuestra persona, para de esa forma por fin ser plenamente felices, sin percatarnos que si bien el amor existe, lo que realmente millones de personas buscan es el erróneo ideal que se nos ha impuesto de forma manipulada con la finalidad de obtener una remuneración a cambio para quienes crearon esa falacia.
Es precisamente este tema el que se aborda en The Lobster, cinta dirigida por Yorgos Lanthimos, donde se nos presenta a una sociedad distópica en donde los adultos llegan a un punto en donde deben encontrar una pareja y procrear, de lo contrario se verán forzados a convertirse en animales y continuar así un ciclo que supuestamente ha existido por años, logrando mantener un equilibrio entre la existencia del ser humano e incontables especies animales. Es así que conocemos a David (Colin Farrell) quien visita una residencia llena de posibles parejas con las cuales crear una nueva relación, o de lo contrario deberá convertirse en una langosta (animal de su preferencia). Conforme pasa el tiempo la dificultad para encontrar una pareja “idónea” en cuanto a los requisitos individuales que desean conseguir todos los habitantes en dicho lugar se hace presente, en donde algunos incluso tienen que llegar a fingir ciertas características personales, sociológicas o fisiológicas, logrando así ser aceptados por el sexo opuesto en cuestión, dando origen a una nueva e “idílica” relación (haciendo así una mordaz crítica hacia la sociedad en general que practica esa clase de comportamiento). Debido a una serie de circunstancias, David se ve involucrado con un grupo de rebeldes que se opone a este régimen controlador y es aquí donde logra conectar mucho más con otras personas que con aquellos con quienes comparte vivienda en la dichosa residencia.
Yorgos Lanthimos hace una excelente crítica a nuestros deseos amorosos a través de esta metáfora tan inusual en donde nos muestra que al fin y al cabo somos animales, animales amaestrados, domesticados y que poseemos una gran capacidad de sentir, desear o querer y por ende, sentirnos amados a cambio. Todo con tal de lograr esa conexión que ansiamos tener y que a veces logramos obtener creyendo que por fin conseguimos al amor de nuestra vida, para conforme pasa el tiempo darnos cuenta que todos fingimos ser algo que no somos. Es entonces cuando la ilusión de esta “mentira” en la que vivimos se destruye y todo el proceso se vuelve a repetir en un ciclo sin fin.
The Lobster es a fin de cuentas una bizarra historia de amor siendo una de las más originales y honestas jamás contadas dentro del séptimo arte; adentrándose por completo al psique humano, desmenuzando todos esos conceptos que influyen de una u otra forma en nuestra persona demostrando que no somos mas que seres en busca de una constante aceptación, y que somos forzados a actuar y pensar en base a lo que se nos ha impuesto a lo largo de nuestras vidas. De esta forma el filme logra que nos preguntemos si la forma en que buscamos relacionarnos y conectarnos con los demás —ya sea a través de una amistad o una relación romántica— es la correcta.