Hay un tipo de películas que normalmente se hacen bajo una lógica del consumo y del entretenimiento masificado, en donde no existe ningún valor de tipo artístico y su rasgo esencial es cegar la mirada. Lo que caracteriza a esta clase de películas es que se apropian de la mirada y la someten a un estado de aletargamiento visual, en donde no existe ninguna exigencia por parte del espectador debido a que se le configura de tal modo que cree que eso que está viendo tiene que entretenerlo más que hacerlo pensar. Son esta clase de filmes los que abarcan la cartelera en las salas de cine, y los que, lamentablemente, más se ven.
Sobre este plano se instala El exorcismo de Anna Waters cinta de supuesto “terror” dirigida por Kelvin Tong, que bien podría definirse como ridícula, pero que adjudicarle este calificativo únicamente a ella sería demasiado, pues lo único que hace es repetir la misma fórmula que otras cintas del mismo estilo ya han hecho. Lo que plantea es lo siguiente: Anna Waters muere en circunstancias sospechosas, por lo que su hermana Jamie Waters, al enterarse de lo ocurrido, viaja hasta Singapur, lugar de la casa de su hermana, en donde encuentra algunos elementos extraños que pronto la desconciertan, a tal grado que decide investigar más a fondo para intentar esclarecer la muerte de su hermana. Mientras tanto, Katie, la hija de Anna, comienza a experimentar una serie que sucesos paranormales en lo que se nos muestra que la casa fue un sitio donde se invocó a un poderoso demonio del Antiguo Testamento. El porqué quiere hacer esto nunca queda claro, y parece que el director, en el afán de intentar proponer una variante distinta a las tópicos de exorcismo, sólo deja que la película se llene de vaguedades e incoherencias.
Al final el demonio termina en el cuerpo de alguien más (algo que termina contradiciendo al título en español) en una escena idéntica a la de El Excorcista de William Friedkin. A su vez se suman escenas mal logradas que no hacen más que alertar que algo va a suceder en la pantalla, y que terminan por causar tedio más que terror. De este modo se consume una película de la cual se puede hablar muy poco, porque de por sí ya es un gran sacrificio verla.
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