Resulta muy curioso que este año en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia se proyectaran no una, sino dos películas que retratan la servidumbre en México desde distintos puntos de vista. En primer lugar tenemos a un monstruo llamado Roma —la cual cuenta con un nivel de producción impresionante—, y en segundo lugar tenemos a La Camarista, el debut como directora de Lila Avilés, una mujer que también es actriz y productora. En dicha película se nos pretende contar la historia detrás de una de estas figuras invisibles y poco reconocidas en nuestra sociedad: Las camaristas.

La Camarista ahonda en este tema al presentarnos a una mujer llamada Eve, quien trabaja en el famoso Hotel Intercontinental de la Ciudad de México. Aquí, vemos su rutina diaria, la cual está filmada en su totalidad dentro de las instalaciones de dicho hotel. Esta locación, junto a una muy cuidada edición y montaje, provoca en nosotros una sensación de estar apreciando lo que aparenta ser una jornada laboral interminable para la protagonista, pues jamás le vemos salir del lugar donde trabaja, o que el tiempo avance. Eve, es una mujer introvertida, sumamente trabajadora y tiene el deseo ferviente de mostrarse a sí misma y a los demás que es capaz de superarse. Su sueño, es alcanzar el cargo del piso 42, el más lujoso del hotel; lo cual le convertiría en automático en una de las mejores empleadas de este recinto.

De esta forma, también conoceremos un poco sobre la personalidad de Eve, pero sobretodo, de aquellos que le rodean. Poco a poco se nos introduce a una serie de entrañables personajes secundarios, tales como la Minitoy (una mujer sumamente graciosa) o el limpiador de ventanas del hotel (quien tiene cierto interés romántico hacia la protagonista). La forma en que Eve comienza a relacionarse con estos personajes irá mostrando su verdadero carácter, mostrándonos un estudio de personaje muy interesante.

El “problema” de La Camarista es que la forma en que se nos narra su historia, a pesar de ser una virtud, es al mismo tiempo su más grande punto en contra. El ritmo termina por convertirle en una experiencia monótona y rutinaria. Rumbo a su recta final el punto de inflexión tanto para los sueños y personalidad de Eve, no se siente lo suficientemente fuerte o impactante como para que nos importe como audiencia. Uno termina con una extraña sensación de vacío al terminar de ver la película, como si aún pudiéramos esperar algo más.

A final de cuentas se podría decir que La Camarista no es una mala película, pero sí dista mucho de ser lo mejor que se vio dentro de la competencia a Mejor Largometraje Mexicano. Pero a pesar de este detalle sí es un trabajo que vale mucho la pena ver. La actuación de Gabriela Cartol también es un punto a destacar ya que logra transmitir mucho con tan solo unas cuantas miradas y palabras; por el otro lado, el trabajo de Lila Avilés como directora es sobresaliente y habrá que seguirle la pista muy de cerca porque seguramente, irá puliendo y mejorando sus habilidades como guionista.

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FICM 2018: Crítica de 'La Camarista'
Positivo
  • Su protagonista
  • La dirección
Negativo
  • El ritmo
  • El conflicto no es lo suficientemente fuerte
7Nota Final
Puntuación de los lectores: (1 Voto)
7.8